Me ha encantó la descripción que hace Juan Urrutia acerca del funcionamiento en Las Indias en lo tocante a la asesoría:
Ante una idea genial el cliente, creyéndose muy avispado, se la apropia para inmediatamente darse cuenta que no sabe lo que hacer con ella. Este no sería el caso si lo regalado fuera tangible, o no sería el mismo caso; pero en cuanto imaginamos un bien intangible, como una idea, entramos en esa dinámica tan curiosa que comienza con el regalo de esa idea.
El “cliente” acaba admitiendo que para que la idea genial le sea útil es necesario desarrollarla, cosa que parece fácil hasta que intenta hacerlo. Entonces se da cuenta de que necesita algo más y acude otra vez a Las Indias de las que recibe inmediatamente otra idea genial que, sin embargo, no soluciona su problema por la misma razón que la primera. En la ronda N este “cliente”, con vocación de aprovechado adquirida en el mundo de la escasez, ya no tiene más remedio que solicitar formalmente los servicios de consultoría de las Indias que para ese momento ya son muy caros. Empezaron en X y ahora valen X elevado a N.
Claro que puede ocurrir que el “cliente” sea realmente avispado en cuyo caso deja de ser un cliente y pasa a sr un amigo de Las Indias y, a veces, un indiano él mismo. Y desde luego que hay otros muchos contactos fallidos en los que este presunto “cliente” cree no poder servirse de las primeras ideas regaladas y deja su contacto con estos consultores indianos que, mira por dónde, se sienten aliviados pues es imposible ayudar a a la gente que no entiende la genialidad de las ideas.
Y es que no es lo mismo tener una idea que ponerla en marcha. El valor de la idea reside en el como, en el know-how, que dirían los anglosajones. Este concepto es aplicado a absolutamente todo, según lo veo yo. Incluso al escribir: no es lo mismo tener un argumento genial que contarlo de manera genial, que es donde reside el éxito de la historia.
Creo que por eso nunca me ha preocupado que me roben una idea: porque las ideas están en el aire y su relevancia reside en la materialización que hagas de las mismas.
Creo que el secreto de quienes son FELICES es dar y compartir sin esperar algo a cambio, creo también que Usted Iván es infinitamente FELIZ.
ResponderEliminarLucy.
Totalmente de acuerdo. Y es lo que separa el soñador del emprendedor. El soñador se enamora de la idea, el emprendedor la pone en práctica.
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