Decía en otra entrada que la industria editorial (de libros, se entiende) ha llegado tarde y mal al mundo de Internet.
Tarde:
- Hay más libros de los que creen en línea.
- Han permitido que los nuevos modelos de negocio editorial les lleven una larga ventaja (Lulu y, más reciente, Bubok).
- Cada vez más gente deja de leer sólo porque los contenidos ahora están en la red.
- Cada vez más gente piensa en escribir para publicarlo en Internet, no en enviar una pila de folios repleta de esperanzas cuyo destino es ignoto.
Mal:
- Conservadores y prohibicionistas en exceso. La manera de afrontar los cambios que han sobrevenido con Internet no pasa por esas actitudes. La red no es una estantería más donde colocar sus lanzamientos y vender objetos físicos. La red es la gran biblioteca.
- Exentos de imaginación y creatividad para aprovechar los nuevos modelos, para encontrar nuevos escritores, para combinar lo viejo con lo nuevo.
- Temerosos de proponer nuevas estrategias y arriesgar los medios económicos de que disponen en aventuras que, planteadas de la manera adecuada, no les va a costar gran cosa.
Las sociedades de gestión de derechos referidos a libros, publicaciones, etc. se han quedado calladitos mientras la tormenta caía sobre la SGAE. Mediáticamente, apenas han sobresalido. Pero con la popularización en estos últimos meses de lectores como el Kindle de Amazon o el Iliad le han visto los cuernos al toro. Aquellos que leíamos desde hace tiempo en una Palm (u otros dispositivos) no eramos suficientes como para asustarlos. Pero ahora que los precios aún altos de esos lectores electrónicos se ven que van a ir bajando, comienzan a temer por su negocio. Su negocio no tiene nada que temer, lo que si debe echarse a temblar es su status quo. Las cosas no seguirán como hasta el momento estaban planteadas.
Sin embargo, en el cambio de modelo puede ser que salgamos perdiendo los de siempre: los lectores. Ya sabéis, esa manía de socializar las pérdidas y los perjuicios, sobre todo estos últimos. Si soy yo el que lo está pasando mal, deben pensar, el lector no puede tener tampoco beneficios. Si sufro, que sufra él también.
Quieren lanzar medidas prohibitivas desde todos los lados para proteger los derechos de autor. En lo que se refiere a los libros, ¿saben algo, señores de las editoriales? Si se dedican a prohibir y prohibir, manteniendo sus desmesurados precios y sus ofertas constantes que colapsan las estanterías de las bibliotecas, haciendo que el lector no consiga encontrar algo digno de leerse y tratando de obligarle mediante campañas de publicidad (supuestamente financiadas por esos altos precios) a que consuma, no que compre, lea y disfrute… Si continúan haciendo eso, yo, un don nadie, usaré el lector electrónico únicamente para los feeds de mis blogs preferidos, y no creo que me duela mucho dejar de leer sus novelas porque, al fin y al cabo, es lo que hago ahora. Lo mejor de todo es que no creo que sea yo el único que lo haga.
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