Esto es un problema en un país en el que el 99% de la población ve la realidad en formato partido de fútbol: o vas con un equipo, o con otro.
El pianista en un burdel, en Bloguionistas.
El país al que se refiere es España, claro está. Pero creo que se trata no solamente de una tendencia mundial, sino de un desagradable hábito del ser humano. Si dices algo a favor de una determinada política de un gobierno, perteneces a su bando; si la opinión es en contra, eres de la oposición. Y así nos cargamos los matices grisáceos que tenemos entre el blanco y negro absolutos, aquel punto medio en el que, sin duda, se encuentra la postura más acertada.
De un tiempo a esta parte, pareciera que todo tiene que simplificarse al extremo. Da la impresión de que la mayoría de la gente se encuentra a gusto maximizando los efectos benéficos o perniciosos de una determinada política, acción o actitud. O todo es malo, o todo es bueno, no hay vuelta de hoja. Claro, así es más fácil adoptar una posición frente al mundo y encontrar un bando en el que acogerse y desde el que jalear al propio equipo. Lo peor es que el resultado es un partido de ínfima calidad en el que al final perdemos todos.
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