Ya lo dije en la entrada anterior: nos están FUDeando a gusto. Porque no hay control mejor que el autoejercido por el controlado bajo la presión del miedo al castigo.
Para poder llevar a cabo todas las medidas que las sociedades de gestión y las editoriales de todo tipo sueñan, los gobiernos deberían llevarse por delante una serie de derechos fundamentales. Pero eso no es tan fácil. Se pueden hacer cosas como el incremento de la remuneración por copia privada, sí, sobre todo cuando termina siendo enmascarado al gran público tras una crisis que eleva todos los precios. No me gusta ser conspiranoico (palabra contra la que además ya he arremetido alguna vez) pero, dado que la crisis se veía venir, el momento de poner en marcha el incremento del “canon” ha sido como un tanto oportuno, ¿no? Al final, debieron pensar, se va a quedar entre los cuatro monos de Internet a los que les interesan esas cosas. Y la tecnología es lo que tiene: que es cara. Y así se queda, disfrazado ante casi todo el mundo.
Como digo, no es tan fácil arremeter contra esos derechos fundamentales. Se pueden ir minando poco a poco, pero eso lleva tiempo y esfuerzo (y mucha, pero que mucha mano izquierda para lidiar con la impopularidad in crescendo). Es más fácil ir FUDeando para minimizar las pérdidas mientras unos cuantos van tanteando el terreno y llevándose los palos hasta encontrar el modelo de negocio adecuado y que funcione. Entonces, se subieran todos al carro y serán adalides de los nuevos modelos de distribución.
En este tránsito de modelo hay que tener cuidado. Estoy de acuerdo con Antonio Ortiz en que los ISP traicionarán a los internautas. Como él dice:
los proveedores de internet estarán encantados de censurar la red, de controlar lo que se pueda comunicar en ella y de matar la neutralidad de la red en el mismo momento en que se lleven parte del negocio de los contenidos, algo que viene siendo su sueño desde hace años
Como dije en una entrada anterior, sociedades de gestión y editoriales se frotan las manos pensando: “Vais a pagar, tarde o temprano. Y como sea”.
Sin embargo, yo estoy de acuerdo en eso. No tengo ningún problema en pagar, siempre y cuando sea un precio razonable (y no me vengan con que es razonable lo de $1 por canción, que estamos en las mismas). Aquí, en Ecuador, hubo una iniciativa interesante. Los CDs musicales tenían dos versiones: una al precio normal (entre $10 y $15, a veces más), con estuche normal, cuadernillo y demás zarandajas que se les ocurriese; y otra con un estuche de cartón, sin cuadernillo, sólo con el CD, a $3. Me pareció una idea más que razonable, pero no sé que pasó con ella. En mis escuetos y ocasionales recorridos por alguna tienda de discos, no volví a saber nada de ella. En un foro que se realizo el año pasado, le pregunté directamente por esa iniciativa al por entonces director (o lo que sea, el cargo más elevado) de SAYCE (la SGAE ecuatoriana) y directamente no me contestó, aunque sí lo hizo al resto de cuestiones que le planteé. No se si fue un simple descuido o algo más.
$3 por CD. Eso es razonable. En euros, por eso de que los gastos han de ser más elevados en Europa, dejémoslo en €5. Por Internet, para canción dejémoslo en 25 céntimos para redondear (el soporte corre por cuenta del receptor). Y faciliten el pago. Por ejemplo, haciéndolo por medio de SMS (como hacen algunos sitios de descargas de software). ¿Las películas? Igual. ¿Las series? Lo mismo. Y en lugar de enfrentarse contra sitios de subtítulos, darles un pedazo del pastel. Ahora, hay los medios para hacerlo de mil maneras.
¿Que la gente lo quiere todo gratuito? Toma ya, y quien no. ¿Que no está dispuesta a pagar por cosas que deben ser pagadas (aunque esto requeriría de matices)? Mentira. No es así. La gente está dispuesta a pagar siempre y cuando sea a un precio razonable (para ella) y no entrañe dificultad alguna. Y además, que no limite los comportamientos que tenía anteriormente. Si pago por una canción y la paso a mi reproductor, ¿por qué no va a poder escucharla mi esposa en el suyo sin pagar antes? Vamos, que nada de DRMs. Si consiguen que sea más fácil descargarse una canción pagando que tener que recurrir al P2P o a una web con mecanismos de búsqueda poco efectivos, la incidencia de esas descargas será anecdótica y hasta redundará a su favor (publicidad).
Y sigue habiendo más modelos, incluso basados en lo gratuito (publicidad, ingresos por conciertos, etc). Mecanismos, los hay. Pero mientras quieran seguir manteniendo los ingresos pre-hitech (por llamarlo de alguna forma), lo llevan claro.
A todo esto, ¿cómo ha reaccionado la industria editorial (de libros)? Tarde y mal. Pero eso será para una próxima entrada.
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