"Quien logra poner nombre a una idea, empieza a dominarla", leí quien sabe donde. Quizá sea por eso por lo que nos empeñamos en tratar de denominar de manera rimbombante supuestas nuevas teorías y aproximamientos: no entendemos ni jota de ellas, pero suena de puta madre, ¿no?
Todo esto viene de una muy buena entrada en Sueños de la razón, en la que se refiere a los nombres absurdos e incorgruentes con que bautizan algunas organizaciones a sus departamentos y jerarquías. Es un vicio en el que todos caemos en un momento u otro. Usamos las palabras para embellecer conceptos que, de otra forma, sonarían un poco corrientuchos. Como todo vicio, bien dosificado no hace daño. El problema es cuando se aplica sin ton ni son.
Hace tiempo que vengo dándole vueltas a hacerme unas tarjetas. Hay ocasiones en que me preguntan por mis webs y no tengo ni siquiera a mano un papel para anotar las direcciones, lo cual además de cutre resulta poco práctico, pues las anotaciones a mano, a menos que revistan una importancia especial, siempre terminan en el "archivo" (véase, la basura). Cuando regreso al circuito de esa idea, me cuestiono siempre que términos emplear. Uno que me gustó mucho fue el de "informática divulgativa". Al poco de dar con él, lo leí también en el difunto Blogoff (¡que resucite, que resucite!), pero de todas formas, me resistí a él: las dos palabras por separado tienen sentido y transmiten lo que quiero transmitir y el tipo de servicios que puedo ofrecer, pero juntas no soportan un mínimo análisis superficial. ¿Informática divulgativa? Eso es emplear la informática para divulgar cualquier cosa, no divulgar conocimientos de informática. "Divulgación informática" también suena bien, pero sufre de lo mismo. ¿Por qué será que el uso de preposiciones vulgariza tanto los términos y su ausencia los maquilla?
Exceso de maquillaje, eso es de lo que se sufre en la mayoría de las ocasiones. Hay muchos que no son maquilladores y se empeñan en aplicar todo tipo de cremas y polvos al gusto, sin importar si el efecto que se consigue es el deseado. De esa misma forma, podemos palabras con sombra de ojos que dicen lo contrario de lo que pretenden, pintalabios llamativos que invitan al beso hasta que se descubren las llagas, o polvos que ocultan cicatrices o simplemente años que, de no ser por el disfraz, no serían nada desmerecedores.
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