¿Pesimista? Quizá, pero no exenta de razón. Y claro, yo no hablo de España (ya hace tres años que no piso el Madrid de mis amores), pero es que la situación no se da únicamente allí. Por estos lares también cuecen habas, y que habas. Aquí y aculla, que diría aquel, porque el fenómeno de la espectacularización es internacional.
Sin embargo, lo peor es esa degeneración a la que se refiere Sonia. Un par de generaciones más y no quedará periodista que se cuestione si se debe de poner un cadáver en portada o en pantalla: simplemente, lo hará, incluso con primeros planos de los sesos esparcidos por la acera.
Y aún hay más, damas y caballeros, porque esto puede agravarse con la web. Dado que la red permite saber cuanta gente hace clic en cada artículo, los media que utilicen esto como referencia a la hora de crear sus contenidos comenzarán a abusar (ya lo hacen) de los titulares sensacionalistas para atraer más "clics". En los media tradicionales se lanza la teta o la sangre al aire, sin saber exactamente a cuantos pescan. En los media electrónicos, la cosa
Ante un panorama tan apocalíptico, solo nos queda tener confianza en la raza humana, que siempre puede alcanzar un nivel de saturación que le haga reflexionar y cambiar su manera de actuar. O entregarnos al dios del tiempo de permanencia en página, y que los media se queden sin argumentos mercadotécnicos cuando vean que la gente apenas está allí el tiempo suficiente como para ver que eso no les interesa o que su curiosidad (razón por la que hacemos clic en muchos enlaces) ha quedado satisfecha.
Pero mucha confianza es esa, ¿no?
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