A ver si va a ser cierto que nos vuelven tontos...
Me explico: después de un tiempo de tener arrinconada a mi querida Palm Z22, decidí volver a recurrir a ella y a sus invaluables servicios como libreta de notas. Así que, desde hace unos días, vengo anotando en ella ideas que se me ocurren, datos cortos y notas para posibles entradas del blog. Poco a poco, he recuperado su uso para escribir "en marcha" (¿así se traduciría eso de "on the move" o como coño se diga?), de tal manera que hasta he llegado a escribir algún que otro post.
Y, a la hora de traspasarlo a la computadora desde que escribo esto, empezaron a surgir los problemas. Básicamente, todo se reducía a que no recordaba cual era el método o programa que utilizaba para recuperar textos largos y luego abrirlos en otro sitio.
No es la primera vez que me pasa esto, y seguramente tampoco será la última. Recuerdo cuando lo único que tenía era una Pentium I con una cantidad ínfima de RAM y de disco duro: me convertí en todo un experto en la gestión de archivos (para que no ocupasen mucho), del mantenimiento de software y del uso de diferentes programas capaces de hacer casi lo mismo que los más grandes pero consumiendo menos recursos. Sin embargo, en cuanto avancé a una computadora con más capacidad de todo, rápidamente me habitué a, en lugar de aprovechar recursos, desperdiciarlos.
Antes mantenía mi máquina como los chorros del oro, y a mano (no soy un experto, pero me defiendo). Ahora, me desentiendo y de vez en cuando pongo en funcionamiento un programa que desconozco que hace exactamente pero que dice que arregla los pequeños desperfectos del sistema y que me la mantiene a punto.
Esto es como lo de las calculadoras: te acostumbras tanto a usarlas que al final hasta te olvidas de sumar. Antes, era capaz de recuperar un archivo de Word que se había escacharrado. Conocía el programa al derecho y al reves. Ahora uso OpenOffice.org (¡magnífico y libre!), pero no me he preocupado de conocer sus entresijos (a mi manera, claro) salvo para solucionar los problemas más evidentes.
Está claro que, con el uso de cualquier cosa, nos habituamos a ella y a conocer sus rincones más remotos y ocultos. Por comodidad, es completamente lógico que usemos nuevas cosas cuando estas aparecen demostrándonos que nos hacen ahorrar tiempo y esfuerzo. Pero, que les diré, en parte echo de menos los tiempos en que los archivos temporales los borraba a mano. Sentía que tenía más control porque sabía que estaba haciendo y que estaba pasando en mi máquina.
Lo siento. Esto es una pequeña pataleta de frustración porque me ha llevado hora y pico hacer una cosa que sólo me consumía pocos minutos. Al final va a ser cierto lo que les digo a mis alumnos: anoten los pasos que siguen al hacer cualquier cosa por primera vez, no sea que luego se les olvide y no sepan como repetirlo.
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