Twitter no es competencia para Facebook (por mucho que se obsesione el niño Mark), pero Facebook sí es competencia para Twitter. Si eres usuario habitual, el servicio se cae o está inestable, y necesitas (por necesidad o apentencia) comunicarte con tu red (por así decirlo), ¿qué haces? Te vas a Facebook. La mayor parte de ellos también estará ahí. Es cuestión de tiempo que de tantas caídas y trastabilladas, te acostumbres más a Facebook que a Twitter, y que a éste entres de vez en cuando, para ver si ha habido algún reply de los tuits automáticos generados por tus publicaciones en otra parte.
Ésta no es una descripción de mi caso, sino una suposición de lo que pueden hacer muchos usuarios ante la barca con agujeros y llenos de gente achicando que pareciera ser Twitter. Oh, sí, tarde o temprano se taparán los agujeros, pero a lo mejor para entonces la barca ya se ha llenado de agua.
Y aclaro que no es mi caso porque a lo mejor, de los que me siguen por ahí alguien piensa que esa es la razón por la que no se me ve por allá. No, tampoco actualizo Facebook. De hecho, creo que tengo Facebook solamente por el pequeño alpiste para el ego que representa ver que mi página de Proyecto Autodidacta va subiendo solita su número de seguidores (y porque creo que hay un potencial ahí que todavía no consigo ver: vamos, un acto de fe). Ah, y claro, para comunicarme de vez en cuando con gente con las que no tengo otro medio (aparte del mail, pero es que un correo intimida y avergüenza para mensajes cortos e intrascendentes).
Si no aparezco mucho por Twitter es tan sólo en un 20% por el desgano que me produce su inestabilidad: me da pereza volver a intentar acceder después de 5 minutos, o que algunos de los RT que me hacen (o replies que me mandan) no aparezcan hasta días después, o que de los directos me entere por medio del correo... si tengo suerte. En un 80% es otro tipo de desgana indefinible, una especie de aburrimiento temporal del servicio. Sé que es temporal y que habrá temporadas (últimamente reducidas a días) en las que volveré a tuitear a mi ritmo normal. Pero ahora... No sé, aburrimiento que puede durar horas.
Lo gracioso de todo esto es que estoy dando explicaciones cuando ni siento que deba darlas, ni nadie me las ha pedido. Todo ha empezado por la reflexión que encabeza estas líneas y, al final, me he dejado llevar. De ahí todo este rollo.
Quizás es que esté redescubriendo el placer de bloguear, mira tú.
La imagen, CC de creativecarrot
toda la razón. pero maldito twitter, no me deja ir
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