Estoy hablando de páginas de enlaces pero, en puridad, la reforma no les atañe sólo a ellos. El tenor literal del texto de la reforma es mucho más amplio y señala directamente a toda aquella página web que obtenga algún rendimiento económico, por pequeño que sea, y que pudiera estar vulnerando algún derecho de propiedad intelectual: un blog con publicidad que suba una foto sin permiso o que haga una cita que no encaja exactamente en el derecho de cita, estaría en el punto de mira.
David Bravo, en una entrada que, si todavía no has leído, deberías leer. Eso sí, las negritas son mías.
Y es que la propiedad intelectual es tan intrincada y restrictiva que, a la que te das cuenta, estás vulnerando uno de sus derechos. ¿Qué no? Bueno, basta con pegarse un salto por el podcast Interiuris de Andy Ramos para recibir un cursillo acelerado del tema (especialmente los números más antiguos), o por lo menos escuchar la charla que dio en las IV jornadas de podcasting, para darse cuenta de que, a la que te descuidas, pintan bastos.
Ahora bien, al leer este párrafo de David, me he percatado (sí, seguro que no soy el primero; sí, estoy seguro de haber escaneado por ahí algo similar: mea culpa por no detenerme a leer a fondo) de que el asunto del derecho de cita (sumamente restrictivo en España) les haría el juego a los patéticos media que andan culpando de todos sus males a Internet, que podrían demandar a cantidades ingentes de blogs y de webs que no son blogs por utilizar extractos de sus noticias sin autorización. Ejemplo: usas un párrafo para señalar la inexactitud o el error de una noticia y ¡paf! demanda al canto. Eso por ponernos en la vertiente censora, que si nos ponemos en la otra vertiente, la de protegerse de la copia indiscriminada… Bueno, que hasta me gustaría verlo para observar a qué narices culparían de su debacle.
Por cierto, que quien piense que es imposible demandar a todos los blogs de España que existen, que se le borre la idea de la cabeza, que el asunto no funciona así. Tan sólo bastaría con demandar a unos pocos y ganar dichas demandas, además de hacerlas bien visibles, para que a los demás nos entre miedo y dejemos de vulnerar sus derechos. Y bien podrías ser tú el que tuviese la mala suerte de ser elegido cabeza de turco.
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