Lo que sí queda muy claro es que dudar, ser escéptico, hacerse preguntas y hacerlas, o esperar que los que las deben hacer las hagan, choca de frente con los feligreses de la iglesia de la opinología que creen que los que reclaman algo más que la declaración de una sóla persona son como poco unos insolentes o unos anti-(rellene con su fobia preferida)
J.R. Mora, en su blog furuku. Ahí está la razón de la crisis de la prensa. Si remontan, si logran encontrar el modelo de negocio que les permita sobrevivir, de nada servirá si no se ponen manos a la obra para reconstruir la credibilidad perdida.
La prensa no debe morir: necesitamos puntos de referencia acerca de la actualidad. Pero si estos puntos están colocados estratégicamente de acuerdo a intereses muy particulares o actúan como meros vendedores de papeles o bits, sin importar elementos éticos que los llevaron a donde están estaban… Pues que sigan vendiendo, pero que no reclamen lo que perdieron: que se lo ganen.
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