He conocido a gente que se jactaba de su condición de profesional tan sólo porque tenía un título. Éste certificaba que había seguido unos estudios oficiales y que los culminó con éxito (por lo menos, con el suficiente). Supuestamente, ese título le calificaba como adecuado para desempeñar un determinado abanico de tareas. Luego, su comportamiento no era, desde luego, nada profesional. Seguro que tú conoces a más de uno de estos individuos. Sabes de que hablo. Y también conoces a muchos verdaderos profesionales, sin título, que a pesar de superarlos en capacidad, están en una posición inferior a los primeros.
Hoy en día, el aprendizaje autodidacta resulta más fácil que en otros tiempos. La ubicuidad de las fuentes de información hace que debamos replantearnos el papel de la educación formal. Muchas universidades vomitan "profesionales" con la misma regularidad que una panadería hace panes. Pero ¿ese título realmente prueba que el "profesional" en cuestión está capacitado para lo que dice?
Decía Gongora que "las palabras, cera; las obras, acero". Hoy en día, esto es más fácil de probar que nunca antes. Si no tienes estudios formales que avalen tu capacidad, tu único recurso es tu obra. Si no tienes título de bellas artes, pero te has dedicado a formarte por medio de libros, webs, y otros recursos similares, tu título te lo darán tus dibujos, tus pinturas. Si no estudiaste periodismo, o comunicación, o cualquiera de las carreras que supuestamente te forman para escribir bien, pero has devorado todo texto acerca de reglas gramaticales y ortográficas que han caído en tus manos, revisas todo material interesante y nuevo que aparece al respecto, y lees y analizas lo que escribes, tu título te lo darán tus artículos, tus cuentos, tus novelas.
La profesionalidad de una persona no es cuestión de un título, ni de conocimientos, pues de conocimiento siempre estamos escasos. Se trata más bien de una actitud. Los curriculums llenos de estudios cursados nos impresionan a todos. Son importantes porque asumimos que una serie de expertos han avalado que esa persona está capacitada en un área determinada. Eso nos da una referencia rápida y casi imprescindible para formarnos un juicio acerca de ella, sea para saber si es la adecuada para contratarla o para invitarla a colaborar en un proyecto. A los autodidactas solo nos queda una opción para construir esa referencia rápida: obra, obra y más obra.
¿Puedes, económica y anímicamente, seguir una educación formal? Hazlo. Pero recuerda que debes complementar esa educación formal con la informal, con aquella que no está supervisada nada más que por tu propio sentido de la responsabilidad, por tus propios intereses e inclinaciones. Sin este complemento, la educación formal no sirve para nada.
Y sobre todo crea: escribe, dibuja, fotografía, anima, loquesea. Ese será tu verdadero título, tu verdadera puerta hacia la remuneración económica, el asfaltado del camino que te conducirá a poder vivir de lo que más te gusta hacer.
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Este texto apareció originalmente en mi blog "De cómic y otras hierbas", cuyo contenido poco a poco voy a ir trasladando aquí hasta su cierre definitivo.
Me ha conmovido, yo soy autodidacta en informatica, se todo sobre linux, mac, windows, pero nadie me contrata porque o tengo titulo y trabajo o no me contratan. Ese es el problema
ResponderEliminarHola. Igual que el anterior, leer tu articulo me a animado y me a dado un empujon para seguir aprendiendo electronica, micros y otras cosas...
ResponderEliminarGracias.
Ah, yo tambien tengo un encargado ingeniero, y es un ceporro, jej.
También soy un autodidacta que nutro día a día mi mente de conocimiento.
ResponderEliminarGracias por el articulo, me ayuda a no sentirme tan solo en este injusto mundo donde mandan los malditos cartoncitos de titulo...