Se acercan las fiestas de Quito. La semana que viene, tendré más días libres que de trabajo, lo cual es satisfactorio. La jarana se apropiará de las calles, lo cual no me resulta tan halagüeño: demasiado mal borracho suelto por las calles. Y no es que no me guste tomarme unas copas, pero tampoco me gusta excederme. Soy más amigo de la “noche prolongada”: hasta el amanecer, con unos cubatitas por aquí, otros por allí, buena conversación jugando a ser mécanicos de la humanidad y terminar de amanecida con un carajillo; “temprano”, irse a la cama, y despertar por la tarde o al día siguiente sin un ápice de resaca.
Ya no está el cuerpo para esos trances, aunque vienen bien de vez en cuando. Poder hacer lo dicho en fiestas de Quito representa un riesgo y una cantidad de dinero que ni tengo ni quiero asumir. Por lo tanto, de nuevo las pasaré en casita.
No se que tanto afectará ese breve enclausuramiento, semi-voluntario y semi-obligado, en este blogs y sus hermanos, pero ojalá que no mucho. Como dije en otro momento, quiero aprovechar ese tiempo para planear la “estrategia publicitaria” de The Max (lo pongo entre comillas porque me parece que es un nombre que le queda un poco grande a lo que voy a hacer, aunque no deja de corresponderse con la realidad). Y además, poner en orden unas cuantas cosas que lo merecen. Pero de lo que no me cabe duda es de que allá por el 10 de diciembre a más tardar, volveré con fuerzas renovadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario