El politicorrectismo nos atonta. Se contagia cual enfermedad y, a la que nos damos cuenta, nos descubrimos perdiendo el hilo de lo que decimos al tratar de coordinar los géneros de sujetos, verbos y predicados múltiples. O frenando en seco nuestros labios ante una palabra presuntamente ofensiva a punto de escapar.
Lo han logrado. Medios y políticos, en su afán de caer siempre sobre las cuatro patas, nos han traspasado a la ciudadanía corriente y moliente el buenrrollismo de caer siempre bien a todo el mundo, o al menos de intentarlo. O, como mínimo, de no ofender a nadie. Y eso, es imposible.
Intentar lo imposible está dotado de un aura de romanticismo. Es muy noble cuando se aplica a tareas como conseguir la paz mundial o acabar con el hambre (también mundial). Pero en cosas tan pedestres como la cordialidad omnipresente hay un tufillo a genuino interés teñido de egoísmo que tira de espaldas.
¿Qué ocurre con los que intentan caer bien a todo el mundo? Pues que consiguen lo contrario: caer mal de manera generalizada. Una cosa es la diplomacia y el tacto, y otra bien distinta la hipocresía que presentimos tras ellos cuando se exageran. Y más cuando se exageran mal. Ejemplo clásico: ahora ya no se puede decir “Todos debemos ser cuidadosos”, sino “todos y todas debemos ser cuidadosos y cuidadosas”. Entonces, ¿por qué en la mayoría de las ocasiones lo que se escucha es “Todos y todas debemos ser cuidadosos”? Al carajo la concordancia. Total, ya hicimos la inclusión y la visibilización en el sujeto, que va primero y es lo que importa. Se cumplió con lo que mandan los cánones modernos. Cuando soplen los vientos en otra dirección, cambiamos de sitio la vela aunque arrollemos con la proa las normas del lenguaje, pues al fin y al cabo, si el lenguaje lo hacemos todos, cualquiera puede deshacerlo.
El lenguaje es la bandera del politicorrectismo, pero sus tentáculos van más allá. ¿Cuántas tiras podemos encontrar en Internet con temas que jamás veremos en los quioscos? ¿Cuántos vídeos y noticias e historias y fotografías que nunca saldrán por la televisión? El agrado omnipresente acaba con la creatividad.
Si bien hay tópicos que deben ser exterminados, sin duda tarde o temprano serán reemplazados por otros que tomaran su lugar actualizando los anteriores. Si hay expresiones que son machistas pero la sociedad sigue siéndolo, al acabar con las que lo parecen pero no son (atacando al género en lugar de al sexo) surgirán otras que las reemplazarán. Pero para cuando eso ocurra, se habrán cosechado los beneficios de “no caer mal a nadie”. Los daños, para el que venga detrás.
El politicorrectismo trata de cumplir las expectativas de todos y todas aunque sea a medias. De hecho, lo importante no es cumplirlas, sino parecer que se han cumplido. Con esto de caernos bien los unos y las unas a los otros y las otras, lo único que conseguiremos será caernos todos y todas más que mal.
Es cierto, es cierto. Querer caerle bien a todo el mundo hace que uno deje de hacer lo que le es natural solo para que no lo odien.
ResponderEliminarEs muy común hoy en la la web2.0, todos quieren ser populares en twitter, así que redactan, actúan y se muestran "Cool" para tener más seguidores.
Ser una estrella web es excusa para dejar de ser quien soy, solo para que los otros no me critiquen?
¿Y qué necesidad hay de caer mal o bien? Otra cosa es que me deban caer mal los que no están en la misma sintonía de mis puntos de vista.
ResponderEliminarY sobre el policorrectismo, creo que más bien es escaso. Hipocresía, si, mucha. Convertir los temas vanales en importantes para desviar la atención de lo urgente y necesario, también. Pero falta policorrectismo, falta muchísimo policorrectismo. Falta hablar de problemas y posibles soluciones, más que de las idioteces que hablan hoy los que se sientan en el Parlamento o el Senado.
(¡Y a ver si puedo caerte bien con este comentario!)
:)
@Pablo: muy de acuerdo, mi estimado. Personalmente, no entiendo a la gente que se dedica a acumular "followings" uno tras otro y esperar subir su número de "followers". Hay muchas razones por las que seguir a alguien en Twitter, pero desear ser seguido sólo por aumentar el número... Que pobreza, por favor.
ResponderEliminar@ángel: alguien que no esté en la misma sintonía, como tu dices, no te tiene que caer necesariamente mal. Creo que el que te caiga bien o mal alguien también depende de otros factores, además de los puntos de vista (las formas, por ejemplo). Según lo veo yo, no es que haya necesidad de caer de una forma u otra, es que caemos queramos o no. Y ya que lo vamos a hacer, queremos hacerlo bien. El problema están en cuando se fuerza en un sentido u otro (la hipocresía que mencionas).
Y sí, estoy de acuerdo en que necesitamos politicorrectismo en el sentido literal :), pero ya sabes que no es a eso a lo que me refería. En política, tal y como se maneja ahora, prefiero morderme la lengua: asunto que conduce a una discusión estéril en el que te haces mala sangre por temas que terminan escapando a tu control (y con mucha cara dura). Si se tiene que hablar de política, primero habrá que dejar a un lado a los políticos.