Las supersticiones y manías nacen cuando intentamos entender el mundo que nos rodea y fracasamos miserablemente. Uno de los artefactos que nos rodea diariamente es el computador, y su manejo, que tiene una complejidad mayor que la de un frigorífico, es muy propenso a sufrir de este tipo de cosas. Este año comencé mis clases diciéndoles a mis alumnos que un computador es una máquina y, aunque a veces parezca lo contrario, no puede tomar decisiones por sí misma. Para que haga algo, alguien tiene que decirle que lo haga. Este alguien podemos ser nosotros o puede ser un programador o grupo de los mismos que lo haga a distancia por medio de un programa. Dije esto, entre otras cosas, para ver si dejaban de tomarme por tonto y así, cuando descubriese que habían abierto un juego cuando yo estaba de espaldas, dejasen de decirme que se había abierto sólo.
Lo malo de este patético intento de justificación es que en muchas ocasiones tiene por detrás una base irracional que proviene del desconocimiento. Esto es normal, ninguno lo sabemos todo sobre todo. Pero el problema es más grave cuando existe una carencia de observación crítica. La observación crítica nos lleva a deducir que tipo de procesos están ocurriendo cuando sucede algo y encontrarle solución si es necesario. La falta de criticidad nos conduce a interpretar lo sucedido aceptando cualquier explicación que nos venga a la cabeza, y así a seguir sufriéndolo una y otra vez.
Un síntoma de falta de criticidad es precisamente las supersticiones, y en el entorno informático hay muchas, quizás demasiadas. La más común es la del virus. Cuando en la computadora sucede algo diferente a lo que esperamos, la explicación es un virus. Pero no se trata, digamos, de que cada cierto tiempo se apague la computadora (había un virus que, tras conectarte a Internet, hacía eso). No. Por ejemplo, si la computadora está lenta, es por causa de un virus. Si un programa no se abre, virus. Si no se detecta un dispositivo plug and play, virus. Si borraste los archivos que contenían las fotos de la boda de tus padres, virus. Hay muchas razones por las que en una computadora pueden ocurrir esas cosas. Pero en realidad, sólo hay una: virus.
Unida a esta superstición, está la del antivirus. Igual que en un viejo anuncio de televisión decían que “un diamante es para siempre”, parece como si mucha gente creyese que un antivirus también lo es. O sea, las ventanas coñazo que aparecen desde el programa sólo son para eso, para darnos el coñazo. Los informáticos son unos perversos que pretenden incomodarnos lo más posible en lugar de hacernos la vida más fácil. La única explicación que hallo es el escaso vocabulario de mucha gente, y su curiosidad mucho menor a él, porque si a mí me aparece una ventanita que dice “Su antivirus esta desactualizado”, aunque no sepa qué es eso, me dará mala espina el prefijo que se marca la palabra y algo haré. Pero no, la gente confía plenamente en el antivirus que le regalaron con la computadora cuando se la compró en el 2003.
A estas dos se une una frase que la borda. Cuando les has convencido de que su antivirus necesita estar actualizado (sobre todo si se conecta regularmente a Internet y abre los mensajes del correo cuyo remitente tiene nombre en inglés y cree que alguien en el extranjero quiere ser amigo suyo), te dicen: “Ah, con razón mi computadora estaba lenta. Claro, tengo virus”. Y tú, mientras, viendo como hay un montón de iconos a la izquierda del reloj, tantos que si Windows no plegase automáticamente la barra llegarían hasta la mitad de la de tareas. Sí, sin duda tienes algún virus.
El tema de la lentitud también suele achacarse a la cantidad de espacio en el disco duro. Si bien el sistema operativo puede recurrir a este dispositivo cuando tiene que ejecutarse un programa para el que no tenemos suficiente RAM, por norma la disminución de rendimiento tiene relación con este tipo de memoria (y con la velocidad del procesador, claro). Y es que en
Lo curioso de esta superstición son dos cosas. Por un lado, es muy difícil de erradicar. Por otro, siempre se refiere a terceros, nunca a uno mismo. Alguien puede tener el computador tan lleno de emepetreses que hasta le salgan por el ventilador, que nunca será esa la causa de la lentitud de la máquina. Pero basta con que a ese alguien se le queje otra persona de que su máquina anda lenta para que le dictamine que, si no son virus, es que su disco duro está lleno.
No tengo problema con las supersticiones cuando son por desconocimiento. Son fáciles de superar, sólo hay que aprender. Pero sí me traumatiza cuando alguien pontifica con total seguridad de sí mismo que las causas de uno u otro fallo son cosas que huelen a superstición hasta estando cinco metros bajo tierra. Yo no soy ingeniero y en programación a duras penas paso del HTML, pero cuando alguien me nombra causas absurdas que desafían la lógica más elemental, y además lo hacen asumiendo una posición intransigente, no puedo negar que pierdo un poquito (más) la fe en la especie humana.
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