Hay clichés que, a pesar de aferrarse a la cultura popular y aparecer en libros y películas haciendo de eso, de cliché, terminan aniquilándose a sí mismos precisamente por su naturaleza repetitiva que les hace objeto de ridículo. Uno de esos clichés es hablar del tiempo para llenar un silencio o para romper el hielo con un desconocido.
Yo pensaba que ese tema era tan sólo eso, un cliché, hasta que hace años tuve un compañero que no dudaba en utilizarlo continuamente. Si, por ejemplo, te lo encontrabas en un autobús, y no había más tema de conversación que los ya agotados en el trabajo, él te saltaba con algo así como "parece que va a llover". Tú contestabas con un desganado "pues sí", con la intención de hacerle ver que en ese momento no te apetecía hablar y mucho menos de ese tema tan apasionante, pero él se dedicaba a incursionar en zapatillas por todos los vericuetos de la metereología que estuviesen a su alcance.
Pero eso no era lo peor: en una ocasión en la que ambos terminamos en una fiesta a la cual quién sabe como llegamos a dar (ah, esas noches locas), recurrió de manera patética a tal cliché. Estabamos en el comedor de una casa, esperando que empezase la farra, y había una chica sentada con nosotros a la que no conocíamos de nada. Los tres estabamos en completo silencio. Entonces, él, imbuido de un espíritu de Don Juan que siempre le asaltaba en presencia de una fémina, quiso romper el hielo, y no tuvo mejor elección que la del tema del tiempo. Ni que decir tiene que el caso que le hizo la chica fue cercano a cero.
Como se puede ver, el cliché sigue vivo en algunas personas, que no tienen consciencia de que lo es. Y a la vista está que también puede ser un tema para llenar una entrada en un blog, como no. Si al final va a ser la navaja suiza de toda conversación, y yo sin enterarme.
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