Qué cosas. El mundo empresarial pasó de emplear un lenguaje técnico a usar analogías, metáforas espirituales, y una multitud de términos cercanos al ambiente militar y de guerra. Algunos libros gerenciales pasan de Buda a Maquiavelo, de Ghandi a MacArthur. Y, quien lo diría, parece funcionarles.
A raíz de un pequeño seminario para profesores que hemos realizado en el colegio, me he quedado pensando si, en el caso de la educación, podríamos empezar a utilizar términos empresariales para describir nuestros objetivos y el camino que vamos a seguir para alcanzarlos.
Estoy seguro de que no estoy hablando de nada nuevo. De hecho, seguro que está inventado y muchas instituciones ya lo hacen (lo siento, pero no me apetece sumergirme en los buscadores): en ningún colegio faltan los términos de visión y misión, tan empresariales ellos. Quizás, incluso se desató polémica en su momento al respecto. Pero el caso es que, en el colegio donde trabajo, no se hace. Y si se hace, no llega hasta los profesores. Claro, que yo me estoy referiendo a un empleo más profundo de todo ello, no tan sólo al adorno de folletos publicitarios y al embellecimiento de discursos.
Igual que en las empresas se emplean términos utilizados normalmente con objetivos mortales pero no matan a nadie (aunque a veces "matan de las iras"), transferir el lenguaje empresarial al educativo, transfiriendo también algunas de sus tácticas, podría darnos resultados efectivos sin necesidad de entregarnos a un mercantilismo feroz. De hecho, el marketing viral o de guerrilla resulta perfecto para las instituciones educativas porque puede servir para dos cosas muy importantes: educar y conseguir más alumnos.
¿Cómo hacerlo? Creo que voy a reflexionar sobre ello con más detenimiento y expondré mis conclusiones en otro momento, pero creo que las pistas son claras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario