“Disclaimer”, según el diccionario de inglés que tengo más a mano, significa “Negación, rechazo (en forma de declaración)”. Obviamente, viene de “disclaim”: “rechazar, repudiar, desaprobar (responsabilidades, planes, informaciones, etc.).
Estaba intentando escribir el “disclaimer” del webserial y traté de encontrar alguno para tomarlo como referencia (ya, sí: copiarlo prácticamente íntegro). Fui a mi biblioteca y saqué libros al azar. Que sorpresa cuando me encontré con que en todos los que sacaba no venía nada ni remotamente parecido. Lo más parecido que he encontrado ha sido la “Advertencia a los viajeros” incluida al principio de “American Gods”, de Neil Gaiman: una advertencia informal pero que, sin duda, ha de tener validez legal. Porque el “disclaimer” está ahí por motivos legales, sin duda. “Los hijos de Anansi”, del mismo autor, no tiene nada parecido.
Esto me lleva a deducir que los “disclaimer” o advertencia son patrimonio de los Estados Unidos. No me extraña, la verdad, con esa costumbre que tienen ellos de ir a los tribunales por cualquier cosa. En alguna parte leía (perdón por no acordarme) que la razón de que los manuales norteamericanos sean tan extremadamente detallados es porque, en caso de error a la hora de manipular un artefacto, le pueden acusar a la empresa fabricante de que no explicó bien como se debía llevar a cabo dicha manipulación. De ahí que en obras de ficción nos encontremos con el susodicho “disclaimer”, sobre todo en películas: no importa que temática sea, hay que advertir al espectador (o lector) de que lo que ve o lee no es real. Como digo, esto es una deducción propia. No tengo la certeza de que sea así (¡toma “disclaimer”!).
Por suerte, creo que los que compartimos como idioma materno el español no tenemos esa costumbre tan aberrante (la cual da para mucho de que hablar, por cierto). Supongo que el derecho continental (modelo bajo el que estamos Europa y Latinoamérica) debe de basarse en unos principios diferentes a los del anglosajon, entre ellos el de no considerar estúpida a la gente.
Por lo tanto, y dado que Tabu Studio lleva como subtítulo la palabra “webserials” y ya tengo por fín la definición de webserials que voy a incluir en la columna derecha, asumiré que si a alguien le ha dado por considerar real lo que cuento, habrá sido por no fijarse bien en lo que aparece por ahí, bien clarito. Por lo tanto, no voy a incluir lo de “Los hechos y personajes que aparecen en esta obra son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Porque así es.
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