Creo que no escribo mal. Es cierto que podría hacerlo mejor, y que lo haría mejor si lo hiciese más. Además, me gustan que me corrijan y que me señalen los errores. Generalmente, no tengo otra opción que bajar la cabeza apesadumbrado ;) y realizar los cambios que me sugieren. Esas sugerencias incluso me ahorran el trabajo de tener que hacérmelas yo mismo.
Las críticas objetivas y las sugerencias siempre tienen que ser bienvenidas por un "escribidor". Le ayudan a crecer y a mejorar, hasta si no tiene inquietudes literarias muy profundas y sólo desea plasmar sus ideas en un "papel" ocasionalmente. Sin embargo, hay personas que toman toda corrección o crítica como un ataque personal. Y lo peor de todo es que se lo toman así después de pedirles que les des tu opinión.
Eso me pasó a mí con un compañero. Un día que estuvimos tomando algo en su casa, me pidió que le echase un vistazo a un libro que estaba escribiendo. En realidad, me pidió algo más concreto que esa vaguedad del vistazo: que leyese sus primeras páginas y que le dijese qué estaba mal.
La verdad es que aquello era un desastre, pero el tema tenía potencial. No quise entrar en asuntos gramaticales, pues no me considero autoridad sobre el tema y más bien flojéo en ellos, pero sí en otros aspectos de naturaleza estructural: como empezaba la historia, cambio de orden de las escenas, apariciones de los personajes, etc. Y ahí fue cuando abrí la caja de Pandora.
Quedaría muy bien para esta anécdota decir que mi compañero se puso furioso y empezó a insultarme. Pero eso no sería verdad, sobre todo porque la verdad me parece mucho más lamentable: comenzó a justificarse. Mis sugerencias eran rebatidas mediante justificaciones que no quedaban claras a los ojos del posible lector. Me deje llevar un poco y comencé a rebatir sus justificaciones con argumentos. Y la única respuesta que obtuve fueron más justificaciones sin argumentos sostenibles aunque sea del modo más subjetivo posible (lo quiero poner ahí, y ya está). Después de un rato, me aburrí del juego y me fui.
Durante el regreso a mi casa iba pensando que lo que quería mi compañero era que le regalase los oídos. Pero no sólo no estaba por la labor, sino que estoy en contra de hacerlo a menos que se lo merezca de verdad. Creo que los halagos inmerecidos hacen más mal que bien, y que una crítica se puede untar con la vaselina apropiada como para que esta surta efecto. La diplomacia que emplee en este caso no funcionó. De todas formas, tampoco importaba. Creo que el mundo no se ha perdido nada.
A lo que voy es que, si pides una crítica y esta es mala, piensa primero si no tendrá razón, sobre todo considerando que a quien se la has pedido lo has hecho porque respetas su opinión. Entonces, que te aporte de algo. Si tu primera reacción es ponerte a la defensiva y tratar de justificar tus decisiones (del tipo que sean), vamos mal. Casi seguro que el otro tiene razón.
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