Hace unos días que estoy por fin de vacaciones. El año lectivo se ha hecho largo y ha sido duro. En su mayoría, lo que ha habido han sido decepciones, claro que ha habido más de una sorpresa que te levantara el ánimo en el momento menos pensado. Dentro del entorno escolar, uno muchas veces se pregunta qué demonios les pasa a los chicos para actuar como actuan. Y que conste que yo no soy un modelo de conservadurismo, ni mucho menos. No me escandalizo por cosas que rasgan las vestiduras de los bienpensantes. Todo tiene su momento, su lugar y, claro está, su edad. Sin embargo, me asombra en más de una ocasión que muchos de mis alumnos se comporten como se comportan, hagan las cosas que hacen y, de esta manera, se estén construyendo unas bases más que endebles para un futuro más que incierto.
De entre mis suscritos, saco esta perla de Fuckowsky (si no te has leído "Memorias de un ingeniero", te estás perdiendo una pequeña maravilla), algo pesimista, pero de entre la cual me quedo con esto: "Los jóvenes de hoy no se drogan, se automedican una depresión tan profunda que ni siquiera son conscientes de ella".
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