Muy interesante la entrada que aparece en Libros y bitios sobre el proyecto de Carmen Balcells acerca de la publicación de libros electrónicos. Una apuesta muy interesante que no sé qué frutos dará pero que, desde luego, despierta algunas preguntas. Entre ellas, la sempiterna acerca de la necesidad de los intermediarios.
Ya dije una vez que los intermediarios son necesarios, pero no de la manera en la que se han venido desempeñando hasta el advenimiento de esta era electrónica. Habían dejado su papel de filtros de calidad para convertirse en meros mercaderes cuyo único objetivo era la obtención de dividendos sin importar la manera, ya fuera por medio de la manipulación mediática o la inundación del mercado con productos mediocres pero rentables (por no haber alternativa).
El paso al mundo electrónico implica un cambio de disposición en los intermediarios, en este caso los editores. Ya no se trata de un mundo en el que el escritor está limitado por los medios materiales y económicos para dar a conocer su obra, sino uno en el que el creador puede, por sí mismo, dar a conocer su obra sin necesitar de una gran inversión (aunque quizá sí mucho de tiempo y astucia). Dado que yo mismo puedo colocar mi obra en Internet y cobrar o no por ella, ¿qué sentido puede tener unirme a una editorial que se va a llevar una parte de mis ingresos (por cierto, siempre desconocida para los que estamos fuera del ámbito, aunque en el artículo mencionado se habla de entre un 30% y un 40% de la venta para el autor)? ¿Ameritaría esa división de ganancias la difusión que daría una editorial empleando los medios a su alcance?
Es en el caso de nuevos autores donde las editoriales que pretendan incurrir en el mundo electrónico donde van a encontrar más reticencia. Pero este tema da para largo y lo dejo para otro momento. Sin embargo, me gustaría echarle un vistazo en lo que una editorial puede ofrecerle a un lector y el sentido que tendría su existencia para él.
Ante la vasta oferta editorial, los lectores necesitan de intermediarios fiables capaces de ofrecerles productos de calidad. Esto implica traducciones correctas, libros con pocas o ninguna errata y corrección de estilo de la obra previamente a su publicación, entre otras muchas cosas. Ah, y precios coherentes. Si ponen un precio de, digamos, $5 por libro, que no me vendan libros con letra tamaño 14 y 100 páginas. Es decir, que se dejen de los mecanismos a los que han estado recurriendo en los últimos tiempos tiempos para inflar sus ganancias. Sé que no todas las editoriales han tenido esos comportamientos, pero cada vez observo una mayor profusión de títulos con más grosor que contenido y con un tamaño de letra exagerado. Eso sin contar con el asunto del DRM, porque visto lo visto con la industria musical, no sería una buena maniobra eso de atar a un dispositivo un libro.
Para mí, una editorial online que me va a cobrar por descargarme una obra tiene que ofrecerme lo anteriormente dicho, e incluso más. Personalización de lista de lecturas, recomendaciones (al estilo Last FM) y una selección cuidada de obras. Ya no voy a ir a una librería y voy a pasar por los estantes saturados de libros de consumo rápido y autoayuda rancia. Voy a ir derechito a lo que me interesa, así que mejor que me ofrezcan algo bueno, porque si no, la competencia no está en la otra acera, está a un clic.
Mucha innovación y mucho atrevimiento necesita la industria editorial para entrar con buen pie en este mundo. Y, me temo, que no tienen los arrestos necesarios.
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