Ayer tocaba: martes de lenguaje.
Pero como uno tiene una vida, pues aparece hoy la entrada que debía aparecer ayer. En realidad, me la debería de saltar. Sin embargo, lo cierto es que tengo algo que me apetece compartir.
Me he empezado a releer "El dardo en la palabra" de Fernando Lázaro Carreter. Tenía ganas de leer algo en papel y, ya que no encuentro en las librerías algo con el adecuado equilibrio entre calidad y precio, pues mejor tiro de cosa segura y que, además, tenía pendiente de repaso hace algún tiempo.
Para quien no lo conozca, "El dardo en la palabra" recopila los artículos que, bajo ese título, escribió el autor para diferentes publicaciones. En ellos, repasa el uso del lenguaje en los media, tratando de no caer en un purismo pero apelando siempre al uso correcto del lenguaje. Dado como las gastan por algunos sitios, se podría decir que sus "dardos" no siempre dieron donde debían o les llegaron a quienes lo merecían.
En estos tiempos interneteros, sin duda Lázaro Carreter sería calificado como "talibán" ortográfico o gramatical, pero "taliban" al fin y al cabo. Para todos aquellos que usan ese calificativo con tal ligereza que si fuese una pistola ya habría más de un muerto, parece que estuviera escrito este párrafo sacado de su primer artículo:
Con todo, "¡qué más da, si nos entendemos!". Pues da. Primero, porque el idioma no es nuestro: lo compartimos con muchas naciones, y romperlo a gusto propio es quebrar lo único firme de nuestro futuro. Segundo, porque pensamos con el idioma; si se usa mal, pensaremos mal; y si lo cambiamos, pensaremos como aquellos con quienes no nos gustaría pensar. Tercero, porque ejercer la libertad, en esto como en todo, no consiste en dejarse llevar, sino en saber y poder ir.
Ahí es na'.
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