Un añito, este blog cumplió el pasado 15 de enero un año de vida. Y yo, con estos pelos.
No me he dado cuenta ahora. Me di cuenta desde finales del diciembre pasado, pero se me olvido anotar en alguna parte que ese día debía escribir sobre el tema. Por lo tanto, lo hago ahora antes de que pase más tiempo y el asunto resulte tan escandaloso como vergonzoso.
En este año, el barrio (como dice Miguel) ha crecido. Quizás no tanto como me haría ilusión, pero me hace ilusión que haya crecido tanto <intento patético de juego de palabras off>. Durante este año he ido pasando por todos los estados: desde el "me como el mundo, que me lo como", al "aquí no entra ni dios"; desde el "mira las estadísticas otra vez por si entró alguien", hasta el "¿cuál era mi contraseña en statcounter?"; desde el "¡Mira! ¡Me han enlazado!" hasta el... "¡Mira! ¡Me han enlazado!" (hay cosas que nunca cambian y que emocionan igual).
Cuando empiezas un blog piensas que te va a leer medio mundo. Te van a llover los comentarios como ves en otros blogs y vas a pasarte el día contestándolos. Al poco, te das un buen "Zas, en toda la boca" y estás a punto de olvidarte del tema. Pero recapacitas y continúas simplemente por poner lo que piensas al alcance de todo el mundo. A lo mejor le puede resultar útil a alguien, a lo mejor le puede gustar a alguien. Entonces te pones a escribir sobre lo divino y lo humano, sobre lo sofisticado y lo vulgar, sobre lo sublime y lo ramplon. Y un buen día te das cuenta de que tienes una pequeña audiencia, de que alguien te escucha, de que ya no escribes para ti mismo, sino para ellos. Sí, ya no te masturbas. Bueno, sigues haciéndolo, pero de otra indefinible manera. Escribes para ti, pero también para ellos. Eso, damas y caballeros, es MAGIA. Y si no lo es, se siente como si lo fuera.
Debo agradeceros a todos los que os habéis pasado por aquí y, sobre todo, a los que os habéis quedado. Sí, lo admito: pienso más en los suscriptores y visitantes habituales que en las visitas ocasionales que vienen de los buscadores. Trato de mantener una tónica en los temas de los que hablo no por ser un blog de nicho, sino porque son los temas que tenemos en común y que os interesan. A casi ninguno de los que leéis esto os conozco personalmente (excepto a uno, por lo menos del que tenga constancia), y eso me maravilla aún más, porque con algunos he tenido (y tengo) contacto por otros medios interneteriles y les noto personas cálidas, con las que irse a tomar unas cañas y arreglar el mundo. Eso, para mí, vale ese mundo que se podría arreglar.
(Joer, se me ha salido el sentimental que llevo dentro... ¡Que nadie le coja!)
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