En una entrada de este viernes, Neil Gaiman habla acerca de las expresiones en inglés británico y las expresiones en inglés norteamericano. Esto me ha hecho pensar acerca de las diferencias entre el español de España (¿se podría decir "ibérico"?) y el español latinoamericano.
Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención desde que me enteré es esa manía de los yanquis (o gringos) de convertir un libro escrito en inglés británico al inglés norteamericano. Que yo sepa, es algo que no se suele hacer en tierras hispanohablantes. Esto se puede ver de muchas maneras, desde que es una forma de abrir más mercado al libro hasta que es considerar estúpidos a los lectores, cada cual que escoja la suya. El mercado editorial en español ha decidido no hacerlo y bien por él, porque así podemos disfrutar de una mayor riqueza idiomática y un intercambio cultural más amplio.
Como "escribidor" transoceánico, en más de una ocasión me he encontrado en diversos bretes debido a la indefinición lingüistica que me domina. En unas ocasiones tiendo a las expresiones locales (de donde me encuentro, Quito) y otras a las expresiones de donde nací y me crié (Madrid), mezclándolas con tal habilidad que la frase resultante termina siendo incomprensible en su totalidad por cualquier originario de una de las dos tierras. Vamos, que toca corregir y pensar doblemente, según de donde sea quien supones que lo va a leer. Sin embargo, para el blog trato de ser lo más equilibrado posible, de manera que la expresiones sean comprensibles por cualquiera deduciéndolas por el contexto.
Con todo, prefiero manejarme escogiendo "lo mejor de los dos mundos". Por ejemplo, habréis notado que normalmente uso el "tuteo" en el plural: "vosotros" en lugar de "ustedes". Me gusta más, que si no esto me suena demasiado formal. Pero me he quedado con la palabra "computadora" frente a "ordenador", pues me parece más acertada y, por lo visto, es más propia al español. Y así podría continuar con una larga lista que seguramente no interesará a nadie pero que resultaría curiosa de observar, si no fuese porque me da pereza realizarla.
Para narrar, hace rato que decidí hacer lo mismo, independientemente de donde se desarrollase la acción y de donde se fuese a leer. Obviamente, hay que cuidar a los personajes, que deben hablar de la manera más cercana a su origen (dependiendo de la habilidad del autor). Pero en el resto, pues nada, a dejar que se cocine el mejunge en que se ha convertido mi idioma y que salga lo que salga. Con tal de que se entienda, entretenga y, con suerte, haga pensar un rato, es suficiente. Que para algo se ha extendido el español por tantos rincones, y para algo son tan flexibles (aunque algunos no lo crean) sus normas.
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