Creo que mi oficio debería ser tertuliano: empiezo a hablar de una cosa y termino en otra. Lo digo porque el tema de esta entrada era otro, aunque relacionado con este. Sin embargo, navegando por la red para buscar alguna información, al final me he terminado yendo por los cerros de Úbeda, por lo que dejaré ese tema para una próxima entrada. Y hablando de ir, voy al punto: acabo de darme cuenta (y seguro que soy el último en enterarme) de que la mayoría de los autores que colocan sus obras en Internet lo hace con una licencia inadecuada para su difusión. Vamos, que nos pasamos de proteccionistas a la hora de licenciar nuestros trabajos. Y esto simplemente porque elegimos una licencia que no permite la cesión en cadena o compartir igual.
Creo que todos los que nos dedicamos a crear obras de algún tipo (artísticas, de divulgación, loquesea) tenemos miedo de que cualquier inescrupuloso utilice nuestro trabajo para generar beneficios que no lleguen hasta nosotros o de que se apropie de nuestra obra. Esto, en realidad, es una visión un poco ingenua, pero el tema lo dejo para otra entrada. Aún así, subimos nuestro trabajo a la web con la intención de que sea conocido, de que la gente lo vea y lo enlace: de que se difunda. Este miedo, junto con una cierta dejadez a la hora de informarse adecuadamente, nos ocasiona efectos distintos a los que pretendíamos en un principio.
Para entenderlo mejor, veamos un ejemplo con el caso de la música. Un grupo o un solista graba varias canciones, las sube a la red y les pone una licencia Creative Commons. Esa licencia permite que cualquiera tenga permiso para bajarse esa canción, permiso otorgado exprésamente por los autores e intérpretes de la misma. Es más, en muchos casos permite que la reutilices siempre y cuando el trabajo resultante sea compartido de la misma manera (sharealike, compartir igual o cesión en cadena). Y es aquí donde está lo interesante. El "compartir igual" o "cesión en cadena" ha permitido que muchos podcasters pongan música de muchos y variados autores en sus podcasts, citando siempre su procedencia y autoría. De esta manera, han hecho que sus oyentes conozcan a nuevos autores y que se descarguen su música. Al descargarse su música, hay más probabilidades de que un autor en concreto, al dar un concierto, tenga más público y, por lo tanto, más ingresos.
Sí, ya sé. Es una manera un tanto simplista, o mejor dicho reduccionista, de ver el asunto. Pero a grandes rasgos es así. El éxito está siempre en la difusión. Si no hay difusión de una obra, tanto nos da haberla creado como que no. Y una de las claves para una difusión adecuada está en la reutilización de la obra. Dentro del mercado tradicional, el ejemplo más claro está en la publicidad: ¿Cuántas canciones se han hecho famosas (o más famosas) debido a que han sido utilizadas en un anuncio? Y quien dice anuncio, dice cine, o radio, o series de televisión.
Pues bien, resulta que fijándome por ahí, me he dado cuenta de que hay más obras de las que creemos que, estando con licencias libres, no son en realidad libres. ¿Por qué? Porque permiten la reproducción de la obra, pero no su reutilización, ni siquiera por cesión en cadena. Y tiro la piedra y me cae en la cabeza, porque resulta que yo hago lo mismo: Autodidacta no tiene cesión en cadena. Ciberia tampoco. La recopilación que hice de mis entradas sobre Firefox, tampoco. Ups.
¿Es grave? Pues sí, mira por donde. Porque resulta que si a alguien le da por hacer una recopilación de cosas interesantes encontradas por la web, no puede utilizar el material sin que antes yo le de permiso. "Ah - dirá el astuto lector -, ¿y cuál es el problema? Yo no quiero que se use mi obra sin que me pidan permiso". Toma, ni yo si es para ganar dinero a costa de mi trabajo. Pero resulta que, al limitar la reutilización de mi obra, también estoy limitando su difusión. Sin cesión en cadena, a lo mejor me creo que estoy impidiendo que fulanito coja, por decir, un dibujo mío y se apropie de él, diciendo que se suyo, o poniéndolo como logo en su web y atribuyéndose implícitamente el mérito por el mismo. Pero no es así. Eso se hace con y sin cesión en cadena, es cuestión de suerte (buena o mala, según se mire). El problema de no tener una licencia que permita el sharealike, la cesión en cadena o como quieras llamarle es que si a alguien se le ocurre hacer una recopilación de los mejores artículos-cuentos-fotos-comics-loquesea de la web, simplemente para ponerlo a disposición de todo el mundo, no va a poder incluir tu obra.
Ahora imagínate que esa recopilación la quisiese hacer uno de los bloggers que tiene mayor audiencia. ¿Querrías que tu obra quedase al margen? Yo, personalmente, no. Por eso, en cuanto acabe esta entrada, voy a modificar las licencias de todos mis blogs y de todas mis obras.
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Y así lo hice. Este texto apareció originalmente en mi blog "De cómic y otras hierbas", cuyo contenido poco a poco voy a ir trasladando aquí hasta su cierre definitivo.
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