Estaba pensando en por qué, siempre en vacaciones, bajo el ritmo de trabajo. Supongo que la primera respuesta que surje es que simplemente me relajo más, pero no es eso. Tengo cosas que hacer, pero me cuesta mucho más hacerlas. La ruptura de la rutina diaria supongo que también ha de tener algo que ver, pero me he percatado de que hay un elemento muy importante para mí que no había tomado en cuenta: el movimiento.
La mayoría de las ideas se me ocurren cuando voy caminando. Incluso cuando me pongo a pensar en voz alta, suelo hacerlo mejor de pie, andando en círculos. Es como si mi cerebro estuviese conectado a mis piernas y que el movimiento de estas cargase de energía mi mente. Si necesito pensar en algo, empiezo a caminar por la habitación como un animal enjaulado.
Otro elemento importante para mí a la hora de crear es la música. Si bien cuando escribo no es estrictamente necesario que esté escuchando algo (incluso prefiero no estar escuchando nada), cuando estoy dándole vueltas a una historia, la música me es de mucha ayuda. Me gusta crearme mis propias bandas sonoras, adecuadas al argumento que voy a desarrollar.
Estos dos elementos se conjugan cuando voy al trabajo y regreso de él. El trayecto hasta el colegio dura una hora, y siempre voy acompañado por mi inseparable reproductor de MP3, de manera que en ese tiempo suelo dar a la luz la mayoría de ideas, sean para un cuento, para un guión, para un proyecto o para una entrada. Por lo tanto, en las vacaciones me quedo sin mi recurso más usado a la hora de crear, y de ahí el bajón.
Ni la música, ni caminar son algo indispensable a la hora de crear, pero a mí me ayudan. ¿Y vosotros? ¿Tenéis algo que sirva para la catarsis creativa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario