Servicios gratuitos

Desde que comencé a usar de manera más o menos regular la web, allá por el año 99, me di cuenta de la importancia que revestían los servicios gratuitos. Creo que somos mayoría los que sólo tiramos de los mismos para cualquier cosa, sea para almacenar cosas, dar a conocer proyectos, poner en marcha una idea, o simplemente ponerte en línea y, desde un mismo sitio, ordenar lo que vas desperdigando por ahí. Claro, todo esto sin contar con los infaltables servicios del correo electrónico.

A medida que ha ido evolucionando la web, los servicios gratuitos han ido proliferando. Cada vez se abandonan más los modelos basados en el pago por acceso para pasar al acceso gratuito. Muchos bloggers ahora reconocidos, comenzaron su andadura en servicios gratuitos. Algunos, incluso siguen ahí.

Cuando no había web 2.0, las cosas se hacían a golpe de HTML. Dicen que una de las principales diferencias entre la web antigua y la actual es que en la primera se necesitaban ciertos conocimientos técnicos para aparecer en ella, mientras que en la segunda el proceso se ha facilitado. Tal vez sea cierto, pero yo aprendí HTML en una sola noche con un estupendo manual cuyas bases me sirven hasta ahora. Vale, era en inglés.

A donde quiero llegar es al hecho de que tanto entonces como ahora los límites estaban en la motivación del usuario para formar parte de la web y crear su rinconcito en ella. La explosión de los blogs ayudó bastante a que gente que se sentía refrenada a unirse, lo hiciera. Sí, la sencillez de los CMS y de otras cosas como los wikis tuvieron mucho que ver, pero creo que más influencia tuvo el hecho de que fuesen gratuitos. Si todos estos sistemas de publicación hubieran sido de pago, no creo que se hubiera llegado más lejos. No sé como comenzó todo, pero cuando hay un entorno en el que todo servicio requiere un desembolso económico, basta con que aparezca uno medianamente decente (y creo yo que hasta indecente) para que se ponga en marcha el motor del cambio hacia la gratuidad. Bueno, no nos engañemos, que pagar, pagamos. Lo hacemos con nuestra atención, pero ya estoy divagando mucho sobre el tema.

Hoy más que nunca, aunque posiblemente ha sido siempre desde la popularización de Internet, cualquiera que lo desee puede tener un huequito en ella. En lo que es el centro de mi interés (escribir), me parece un recurso imprescindible por muchas razones (algunas ya las he expuesto aquí). Poder darte a conocer al mundo más allá de tu entorno físico habitual, aunque sea a una pequeñísima parte de él, es invaluable si lo comparamos con la situación pre-Internet. Y empezando sólo por eso, que luego vienen muchísimas más cosas.

Volviendo al principio: desde que comencé a usar la web, estoy un poco obsesionado con los servicios gratuitos. Y no sólo con eso, sino también con los programas gratuitos, la música gratuita, etc. Siempre pensé que, recurriendo tan sólo a ellos, podías hacer y conseguir cosas que antes no podías. ¿Y sabéis qué? El tiempo me va dando la razón.