En la Barcamp Quito ‘09, hablé de la importancia del uso y disfrute de la web. En esa línea, pero más contudente, claro y preciso (lo comprobaréis cuando publique mi texto aquí, creo que esta semana) se ha expresado Versvs con un post (escrito originalmente para Blogpocket) en el que nos recuerda por qué es importante tener un blog propio y por qué es importante defender Internet de la centralización y del control que algunos quieren imponer. No lo copio entero, pero no será por falta de ganas…
Cuando dicen que gracias a la electrónica digital y a internet estamos en la era de la información lo que quieren decir (aunque les de miedo afirmarlo abiertamente) es que estamos en una era en la que los ciudadanos de a pie podemos emitir información. Ésa es la revolución. Las personas anónimas como usted que lee ahora mismo, como yo que escribo estas líneas, podemos transmitir información sin que nadie nos diga qué está bien emitir y qué no. La prueba misma de esta realidad es que están leyendo este post. Los hilos del estado no llegan a cerrar este grifo de comunicación libre y humano, que por tanto camina alejándose de los grandes asuntos de interés geopolítico para impregnarse de cotidianeidad y de todo lo que una vez nos hizo luchar por mejorar nuestras vidas. Al fin, la red está habitada por personas que la van haciendo cada día. Y cuanto más ponen de ellas en la red, cuanto más de personales tienen sus páginas (llamémoslas blogs, si así todos dejan ya de contener la respiración porque en el segundo párrafo aún no he pronunciado la palabra mágica), más se alejan todas las conversaciones ahí contenidas de la agenda pública oficial que nos quieren vender. El camino que nos aleja de esa agenda ajena y nos acerca a nuestro propio mundo y nuestras propias preocupaciones y temas de interés se recorre paralelamente a nuestra capacidad para recibir y emitir información de forma autónoma.
Y nada personifica mejor el espíritu de nuestro tiempo (esa facilidad para recibir y emitir información) que internet. Y dentro de internet, la web. Y dentro de la web, nuestras páginas personales; incluidos los blogs. La blogsfera. O, mejor dicho: las miles de blogsferas en las que pequeños grupos de personas se relacionan y cambian sus mensajes y crean sus propios temas de debate, se cuentan lo que han hecho y lo que quieren hacer, expresan sus preocupaciones y actúan para solucionar aquello que los aqueja. No la conversación, sino las miles de conversaciones en las que las personas dan forma a su propia agenda. Los blogs. Siempre los blogs. Pero también los bloggers. Dicen que somos ególatras y narcisistas, y que aquellos que escribimos blogs nos creemos más influyentes de lo que somos en realidad.
La red tiene capacidad para jugar a la mayor y limitarnos a eso sería jugar a la menor. La verdadera realidad es que los blogs no tienen por qué posibilitar la modificación de la agenda pública del estado, sino hacer posible el nacimiento de un sinfín de agendas públicas alternativas que afecten únicamente a los individuos que forman parte activa de un grupo determinado. Del canal único de gestión de la información y la vida personal en base a unas preocupaciones marcadas de forma artificial a la creación de un conjunto de asuntos (diferentes en cada caso) que realmente afecten a cada grupo de personas. De una agenda pública a miles de agendas públicas. Esa es la verdadera revolución que nace de la red.
Tendemos a pensar que este paraíso informacional en el que todos podemos comunicar nuestra visión de las cosas es algo nuevo, nunca visto. Sin embargo, esto que internet nos propone, capacidad para emitir y recibir información libremente, no es algo nuevo y ya sucedió al menos una vez. Al menos una vez ya se vivió algo parecido: fue con la aparición de la radio y de centenares de emisoras fuera de control estatal. Al estado le dio miedo, reguló el medio hasta el extremo y mató aquella posibilidad. Sucedió en 1912 en los Estados Unidos y desde aquel día hace falta una licencia del Estado para emitir por radio. El número de emisoras, varios miles ya en aquellas fechas, se redujo drásticamente a sólo unas decenas. La radio, que posibilitaba el cambio de arquitectura informacional, sucumbió a la embestida estatal.
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En los últimos años, más intensamente en los últimos meses, los Estados de todo el mundo se esfuerzan por regular la red del mismo modo que hace un siglo regularon la radio. El objetivo no es otro que centralizar la red, dejarla de nuevo bajo control de forma que nada se emita en la red sin que antes lo aprueben una legión de abogados. El que no pueda pagar dicha legión, sencillamente, no podrá emitir. Conviene no olvidar que toda arquitectura informacional sostiene una estructura de poder: si la capacidad de transmitir información recae en un grupo reducido de personas, el poder también; y los demás estarán siempre subyugados y mermados en su capacidad de decisión. De esta forma, sólo una red en la que todos puedan transmitir información en igualdad de condiciones garantiza que el poder se reparta y que nada limite la capacidad de organización y decisión individual. Sólo una red que respete la neutralidad de todos los nodos será libre.
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(…) Pero también en parte sucede cuando dejamos de lado los mensajes estructurados propios de un blog para centrarnos en la mera banalidad. Si en lugar de elaborar un blog nos limitamos a abrir un perfil en internet o a escribir líneas de 140 caracteres [capaces de contener un titular, pero nunca un mensaje elaborado], la desestructuración del mensaje producida por estos entornos se utiliza para volver a centralizar la red y quitarle su componente irreverente y articuladora de discursos y agendas alternativas. Si además este tipo de comunicación desestructurada tiene lugar inevitablemente usando una herramienta privativa y bajo control de un único nodo de la red, estamos reincidiendo en el punto anterior. Parece que los blogs, al fin, sí que sirven para mucho más de lo que nos dicen aquellos que afirman que han muerto y que ya no son modernos.
En 2009, no cabe ya duda de que la red es un medio maduro. Incluso los blogs, una de las formas más exitosas y útiles de expresarse en la red, son un medio maduro. No cabe duda de que a todos nos gusta internet pero pocas veces reparamos en qué tiene la red que hace posible todas esas cosas que nos gustan. Y ese algo especial que hace que la red nos guste tanto es su carácter distribuido. Por decirlo de alguna forma: en la red nadie tiene derecho de veto sobre la opinión de los demás. Eso es lo que hace que nos guste tanto: nadie puede vetar nuestras opiniones por el simple hecho de que sean diferentes. Sin embargo, en 2009 se hace evidente que este carácter libre y abierto de la red irrita en demasía a determinados grupos sociales que hasta ahora ostentaban el monopolio de la información (estado, emporios de comunicación) y el monopolio de decidir qué cultura se puede consumir y qué temas debe tratar esta cultura (estado, editoriales). Por todo ello, la libertad de la red no está tan garantizada como tendemos a pensar; más bien está más amenazada de lo que nos queremos creer. También es bien cierto, que no cunda el pánico, que disponemos de los medios, la tecnología y el conocimiento necesario para defender todos estos nuevos poderes que nos han caído encima. Sin embargo, la red no se defenderá sola. Haces falta tú.
Lee el artículo completo (sí, hay más). Por mi parte, lo suscribo completamente. Por el momento, me faltan tanto conocimientos como medios para independizarme debidamente. Sin embargo, el objetivo está ahí. Ahí y en difundir la web y su importancia. Y, como no, en defenderla. Pero desde ya.
Hay que defender a la red de si misma, de la regulación. La rede es todavía de vaqueros y genios, no de burócratas!
ResponderEliminarGracias, vi cómo corriò la voz sobre esta gran nota pero no terminaba de leerla y gracias a Dios que la pusiste porque a quién le importa si los blogs mueren o no si no el que llamen como se llamen la agenda ya no la marcan unos pocos ni nos interesa.
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