Cada vez que un compañero (casi siempre uno nuevo) me pregunta si las computadoras del colegio donde trabajo tienen Word y yo les contesto que tienen OpenOffice, que es igual, me miran con cara rara. Peor es luego, cuando escriben un documento, lo guardan en un disquete (sí, sí) y al intentarlo abrir en Word, no se abre. Con un breve y acelerado cursillo sobre tipos de archivo se soluciona el percance, pero lo que me preocupa es la cara rara que dije antes. Todo profesor que sepa del Word debería saber que es el OpenOffice. A estas alturas del partido, como educadores deberían saber que es el software libre y qué el privativo. Sí, no es culpa de ellos en particular hasta cierto punto. Pero da que pensar.
Esto viene a raíz de una entrada en “Al otro lado del mostrador”, en el que habla de una circunstancia similar en España, con el agravante de que allí el software libre está mucho más extendido que aquí. Aquí, lo grave es que el software libre no esté extendido, al menos entre instituciones educativas. Y la razón es que casi todo el software privativo es gratuito: copia ilegal, lo que se conoce como “piratería”.
No voy a ser yo quien arremeta contra la “piratería”, ni mucho menos. Soy consciente de la importancia de la misma en gran parte del desarrollo profesional, educativo y cultural del país. Sin embargo, la copia ilegal le hace un flaco favor al software libre, pues fomenta el uso a cualquier costo (nunca mejor dicho) de programas privativos. El SL tiene un lado ético y moral que es muy digno de consideración, especialmente por parte de los establecimientos que se dedican a la educación. Sin embargo, el desconocimiento, la desactualización y la desidia campan a sus anchas por los despachos de los rectores, gerentes y las aulas de los profesores de informática.
Cabe decir aquí que me refiero principalmente a los colegios privados y a muchas universidades (por no decir casi todas) que siguen enclaustradas en el software privativo. Que sigan utilizando Windows les paso: la migración a GNU/Linux puede resultarles complicada a corto plazo (aunque hay formas). Pero seguir utilizando Word cuando tienes una suite ofimática como OpenOffice a tu completa disposición para que hagas lo que quieras con ella, sí que tiene delito.
Estoy a favor del software libre 100%, pero no soy radical (especialmente porque no tengo los conocimientos técnicos suficientes para ello). Creo que el primer paso para una migración completa es comenzar usando software libre bajo Windows. Hoy día, los principales programas privativos tienen su alternativa libre y es tan sencillo hacerse con ellos que no hay excusa para no hacerlo.
¿Será que una de las razones por las que la mayoría de las instituciones privadas usan software privativo es porque no le dan importancia a ese adjetivo, privativo? Me da en la nariz que confunden “privativo” con “privado”, de manera que “libre” sería su contrapartida, es decir “público”. Y ya se sabe la mala fama que tiene todo lo público, especialmente aquí, en Ecuador. Por si acaso alguien se da por aludido: el software privativo lo es porque te priva de libertad, no porque sea privado o de una compañía privada. El software libre no es “público” en el sentido de que provenga de la administración, sino porque aumenta una porción de tu libertad como individuo, como ciudadano, como ser humano.
En un movimiento atrevido, el presidente Correa ha decidido que el software libre sea considerado como política de estado (reconozco que el término puede ser erróneo, pues hablo de memoria, pero creo que se entiende por donde van los tiros). Los primeros pasos ya se están llevando a cabo. Cómo impactará esto en la sociedad ecuatoriana, aún está por verse, como estarán por verse como progresarán los avances que se alcancen en los siguientes gobiernos.
Sin embargo, en otros aspectos de la vida nacional, son las empresas las que tienen que tomar decisiones en este sentido. Especialmente, las instituciones educativas privadas. Nadie las va a tomar por ellos. Usar software libre en lugar de privativo es una cuestión no sólo de optimización de recursos, sino de optimización ética y actualización de la coherencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario