La gente está acostumbrada a ser público, a ser audiencia, a ser pasiva frente a los contenidos, en definitiva. Todos los medios de comunicación nos han acostumbrado a eso... hasta ahora. La aparición de los blogs, con sus sistemas de comentarios, empezaron a cambiarlo todo. Ahora, acceder a un contenido no significa que no puedas opinar sobre él verdaderamente en público, con la posibilidad de que cualquier persona pueda "oírte". Tu opinión puede ir ahora más allá de tu entorno físico, y ayudar a que otros se formen la suya propia. Sea acerca de filosofía o de la última moda que se ha puesto de ídem, tu opinión es importante, aunque sólo sea porque es la tuya y porque ahora puedes dejarla volar para que caiga en cualquier parte.
Sin embargo, todavía estamos acostumbrados a ejercer de meros espectadores. No nos atrevemos a ser participantes. A veces, nos exigimos mucho para opinar. No, los blogs están para opinar, aunque sea tímidamente y sin más argumentos que los pocos que tengamos en el bolsillo. Obviamente, hay que respetar unas mínimas reglas de educación y convivencia, y cuanto más podamos aportar a la discusión, mejor. Pero en ocasiones es suficiente con hacer saber que estamos allí, detrás de las estadísticas que pueden darle al blogger cualquiera de los muchos servicios que hay. Como decían los Héroes del Silencio: "Que cada uno aporte lo que sepa".
Si leemos o vemos algo que nos gusta o que nos molesta, ya no tenemos porque dejarlo encerrado entre las cuatro paredes de nuestra habitación. Podemos y debemos hacerlo salir al mundo. Los comentarios de un blog son un sitio para el debate. En muchas ocasiones, parece que simplemente no sabemos debatir, y se montan unos follones tremendos. Pero hasta eso, de una manera u otra, aporta.
Reconozco que no comento tanto como debería. Que en tanto blog que visito no dejo aunque sea un lacónico "me gustó esto" o "felicidades, muy bien". Si alguien se ha tomado el esfuerzo de escribir algo que nos ha gustado, por lo menos deberíamos tomarnos la molestia de dejar un par de palabras que reflejen el estado que nos ha causado. El problema no es que seamos desagradecidos, sino que no estamos todavía acostumbrados. Pero tenemos que afanarnos por cambiar estas costumbres, por dejar de ser un mero "público" al otro lado de la pantalla.
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