Tal vez es porque yo siento que vengo del cómic, que ha sido ese mi punto de partida cultural, que le tengo gusto a los personajes. A veces, cuando cuentas una historia, es la historia lo que importa y no quien la vive. Podrías poner a cualquier persona en el papel, que igualmente funcionaría. Sin embargo, me gusta cuando esto no sucede e importa tanto el "qué" como el "quién".
Crear un personaje es algo delicioso a la par que trabajoso (odioso pareado... ¡argh! Sigue rimando... so). Pero crearlo en serio, no simplemente moldear a un tipejo especialmente para una ocasión. Es posible que salga directamente de tu mente ya vestido y preparado para la acción, pero tarde o temprano tendrás que añadirle una serie de elementos que te serán necesarios para que la historia tenga consistencia. Y ahí es donde empieza el trabajo y donde comienza también el maravilloso proceso de la creación.
Este proceso es completamente anárquico, aunque no en todos los casos. Las ideas no siguen una regla fija para toda la gente. Unas veces se te ocurre primero la historia, otras los personajes y, a veces, todo a la vez. Ahí viene la maravilla: cuando el personaje y la historia comienzan a interactuar. Cuando tienes los dos elementos más o menos definidos, de pronto te das cuenta de que tu personaje ha cobrado vida. Claro, esta expresión suena muy rimbombante, casi pretenciosa y desde luego sumamente romántica, pero en la práctica casi que es así literalmente. Porque contruyes al personaje con ciertos detalles y con una manera de ser concreta, y luego, cuando le metes en una u otra situación, de pronto te das cuenta de que no puede ser, de que él no haría eso de ninguna forma y bajo ninguna circunstancia. Pero como el punto de partida te gusta, te preguntas que sería lo que haría. Y en base a ese supuesto, construyes la historia. Ahí, el personaje ha cobrado vida porque te ha llevado a modificar la situación y a que la amoldes a su caracter.
No siempre es así, claro está. Al fin y al cabo, "cada maestrillo tiene su librillo", o dicho de otra forma, cada cual tiene su manera de proceder. Pero cuando sucede lo que he dicho en el párrafo anterior, a mí, personalmente, me fascina. Es una sensación insuperable.
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