No entiendo las situaciones de alarma coyunturales que se organizan desde la prensa y los servicios de información, como campañas fríamente elaboradas con un inicio y un final predeterminados, para mantener a las poblaciones asustadas y con temas de conversación. Parece que al colectivo humano nos encanta que nos hagan “¡Uuuuh!” día sí y día también: consumimos más gracias a ello.
Una reflexión muy interesante de Hernán Migoya, especialmente centrada en el asunto de la pederastia. Lo peor es que, según mi opinión, esas campañas que menciona Hernán en el párrafo citado, no están calculadas para mantener asustadas a la población, sino que se ha convertido en una herramienta involuntaria para hacerlo, incluida dentro de un bucle de temores que nos inoculan de manera constante los medios. Accidentalmente, descubrieron que nos gusta tener miedo (si no, ¿de dónde esas audiencias?… Bueno, que sólo es un decir). Y que cuando tenemos miedo, se nos controla con más facilidad. Pues, hala, a meternos miedo. Lo peor, como digo, es que lo hacen casi desde el desconocimiento. Lo hacen, simplemente, porque vende y se ve bien. Lo del control es un plus.
De ahí la importancia de forjarse uno su propia agenda noticiosa, de elegir sus fuentes, de no permitir el control que tratan de ejercer sobre nosotros
Hemos creado una paranoia nacida de los medios. La desinformación creada por gente desinformada, pero con el poder del espectaculo masivo...
ResponderEliminarPues tienes razón, Ludovico. Ese aspecto se me había pasado. Cada vez es más fácil que un rumor adquiera una masa crítica en la que ruede por si solo, sin ayuda de los medios. De hecho, creo que luego incluso se llega a cerrar el círculo con los medios hablando del tema tan sólo porque está en la boca de la gente y todo el mundo habla de ello.
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