Neil Gaiman escribió en una ocasión: "(...) ese estado depresivo en el que todo parece monótono y de la misma importancia; cuando todo da igual y parece que la realidad esté desgastada y raída".
De vez en cuando, todos pasamos por días así. Me parece una excelente descripción del estado de desánimo sin motivo aparente (o con motivo que no nos tragamos ni nosotros mismos). Y en ese estado, la mayoría de las veces todo lo que se puede hacer es acostarse a dormir, con la esperanza de que al día siguiente se nos haya pasado, como si de un dolor de cabeza se tratase.
¿Otras terapias? A mí, me es de mucha utilidad escribir. Al principio cuesta: es como el que trata de desenvolver un regalo que han cubierto con mucha maña y más mala leche. Pero cuando lo consigues, lo que obtienes nunca es decepcionante.
No sé por qué, la frase anterior yo siempre me la repetía para mis adentros añadiéndole un "todo lleno de polvo". Lo mismo, en el original (inlocalizable en estos momentos) era así, pero de todas formas la expresión cuadra con el sentido que se intenta transmitir. En esos (estos) momentos, todo te parece lleno de polvo, viejo y gastado. Tal vez, al escribir, lo que haces es quitar un poco de polvo de encima, soplar para que se formen nubes en el aire que luego van descendiendo parsimoniosamente. Y después, poder ver lo que había debajo, apreciar nuevos detalles que, en ese estado tan sensible, te enaltecen, te subliman y hasta te arrancan alguna que otra lagrimita de felicidad.
Supongo que a eso se refieren cuando dicen que la felicidad está en las pequeñas cosas.
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