Título apocalíptico donde los haya. Y sensacionalista, desde luego. Con este título me refiero al final de esos tiempos en los que la web carecía de crédito como medio de comunicación. El hecho de que los media más poderosos se hayan pasado a la web y que comiencen a dar libre acceso a sus contenidos es una demostración de ello. Y, poco a poco, Internet se va desprendiendo de ese prejuicio al que yo llamo “presunción de mediocridad”.
Antes, el haber publicado en la red (que no deja de significar “haber hecho algo público”) no era valorado de ninguna manera. Los autores de renombre no se pasaban por allí. Hoy en día, tener (y sobre todo mantener) un blog es una carta de presentación que ya es valorada, y su valor está en alza, sin ninguna duda. Sobre todo para los no iniciados ni en la web ni más específicamente en la blogosfera. De hecho, muchos de mis alumnos aún se sorprenden cuando les digo lo fácil que es tener su propio medio de comunicación, y eso que supuestamente son nativos digitales y forman parte de alguna red social.
Sin embargo, creo que quienes han propiciado el final de esos tiempos a los que me refiero han sido los bloggers, aquellos escritores que han demostrado que se puede hacer contenido de calidad sin tener aval alguno, sea por parte de una editorial o de cualquier media, tan sólo escribiéndolo. Gente que ha ido, letra a letra, construyendo las bases para que la web sea tomada en serio como un medio de comunicación más, principalmente escrito.
No creo que publicar en la web, como sea, consiga en breve tener el mismo valor que, por ejemplo, publicar un libro. Los factores involucrados en ambos procesos harán que lo segundo tenga más mérito que lo primero. Pero, al ritmo que vamos, con la tecnología nos ayudándonos a desprendernos de los soportes y a fijarnos más en los conceptos, no es descabellado pensar en que llegará un momento en que dará igual una cosa que otra, ya que los baremos de valoración que utilizaremos serán diferentes a los que tenemos ahora.
Se acerca el fin de los tiempos, sí señor. Las complejidades con las que tendremos que lidiar en un futuro serán diferentes a las actuales, pero desde luego mucho más sencillas en comparación. Y tengo la esperanza, que es casi una firme creencia, de que serán mucho más justas.
Bienvenidos al fin de los tiempos de la era de la información. Próximamente, en sus pantallas, la era del conocimiento.
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