Una de mis fantasías preferidas es la de, en otro tiempo y espacio, haber sido un bardo que fuese de pueblo en pueblo contando historias para ganarse la vida. Esta fantasía es chiquita, tanto que la tengo guardada en un cajón junto con otras del mismo porte. No es nada elaborada, apenas un boceto. Cuando la miro, me veo a mí mismo rodeado de niños y algunos adultos junto a un fuego, contando historias de lugares lejanos que en realidad nunca existieron. Me veo durmiendo en un pajar o bajo cualquier otro techo bajo el que me desplomo agotado. Me veo comiendo la comida que dan en agradecimiento por las leyendas traídas de otros lares. Y me veo saliendo del pequeño pueblo hacia el siguiente, inventando nuevas narraciones por el camino con las que satisfacer ese ansia inexplicable de historias que tiene el ser humano.
Miro poco esa fantasía, y pasa más tiempo en el cajón que en mis manos. En la época en que vivimos, y sobre todo por la cobardía que me ata a ciertas comodidades, me parece irrealizable. Y esa imposibilidad me mortifica, porque creo que aún existen en el mundo pueblecitos donde compartirían un poco de comida tan sólo por un puñado de historias.
No sé si esta fantasía proviene de mi vocación por escribir o es a la inversa. Pero creo que detrás de las dos cosas está la misma ambición: poder vivir un día de lo que produzca mi imaginación. Aunque, en el algunos momentos sucios por el polvo del camino diario, temo que esta ambición termine convirtiéndose en otra fantasía, pero en una tan grande, pesada y frustrante que tenga que buscar un sótano o un ático completo para guardarla.
Este blog nace como una intentona más o menos firme de convertirse en un campo de pruebas donde foguearme. La verdad es que ya estoy mayorcito (aunque no tanto: voy a cumplir 35 tacos), pero sigo arrastrando el vicio de la indisciplina, el cual tiene como peor consecuencia la autocompasión. Como a mucha gente, me gustaría “haber escrito” y, por razones indescifrables – o incoherentes -, no escribo tanto como me gustaría, pues encima hallo un placer tremendo en ello. Cualquier psicoanalista en zapatillas (de los que abundan en Internet) me diría un montón de razones por las que me sucede esto, razones que yo ya conozco pues me doy de cara contra ellas día sí y día también. El motivo de este blog precisamente es buscar una solución a los problemas que provienen de esas razones; crearme una pista donde correr y empezar a hacerlo todos los días.
“Todo está dicho” es el título finalmente elegido, pues al fin y al cabo es así. Pero le he añadido “... pero falto yo”, pues de eso se trata. No es que crea que vaya a añadir nada importante a lo ya dicho, pero voy a tratar de decirlo con mi voz, o por lo menos a intentar hallar una voz con la que decirlo.
Ya he dicho que tengo el firme propósito de postear todos los días, excepto fines de semana. La razón principal de este asueto es que no tengo Internet en casa y no todos los fines de semana voy a un café-net. Y no vale postear tan sólo una foto o un vínculo con un breve comentario. Eso puede ser un buen recurso para mantener un blog vivo, o quizá sería mejor decir que en animación suspendida, pero a mí, no me vale. Sería romper las reglas que yo mismo me estoy imponiendo, y esa es la peor clase de divergencia que uno puede hacer.
Bueno, pues ya esta. Mis razones (aunque no le interesen a nadie), explicadas. Un post más. Y mañana, otro. Lo juro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario