Volviendo momentáneamente a los editores, lo dicho, que ya conocemos cuales son sus posiciones. ¿Y saben qué? Que se las den con queso. Así de simple. Lo estaban viendo venir. Lo tienen encima. Pero quieren convencer a todo el mundo de que lo que hay en la leche no es una trucha, sino un poquito de nata. Pues vale.
A aquellos que tenemos intenciones de contar unas cuantas historias y tratar en algún momento de que aquello nos de para un par de cervezas, tenemos cosas más importantes de preocuparnos de que va a pasar con ellos. Mientras se ocupan en tratar de frenar lo inevitable, nosotros podemos dar unos cuantos pasos hacia delante y tomar una ventaja que, en otros tiempos, nos hubiera resultado imposible (por muy cara) de tomar.
¿Apetece debatir? Pues hagámoslo, pero no sobre si el papel seguirá o no (que seguirá) existiendo, no sobre el rol que deberán tener en el futuro las editoriales, no sobre los temas (los suyos) sobre los cuales quieren que hablemos. No.
Hablemos acerca de como contar historias en este nuevo medio que ya de nuevo no tiene nada. De como publicar una novela en un blog y que estilo emplear. De como rentabilizar esa obra, si tiene un mínimo de calidad. Hablemos de los pros y los contras de ser uno su propio corrector/editor/editorial, de como sacarle partido a esa joya que es la impresión bajo demanda, de si se debe cobrar o no por un PDF. Hablemos de fórmulas bajo ese su futuro pero este nuestro presente.
Discutamos acerca de contar historias. Pero sobre todo, contémoslas, para aprender a base de acierto y error.
Imagen original de BMeunier
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