Creo que despreciamos el valor del periodismo más tradicional, que aspira a ser objetivo, porque no hemos vivido en un mundo donde no existe, y porque en la realidad vemos que pocas publicaciones se toman esa aspiración en serio. Y eso no tiene nada que ver con editorializar, tiene que ver con tener una sólida muralla entre la opinión de los editores y las noticias e historias que investigan los periodistas.
La diferencia entre el WSJ y, digamos, nuestros criollos El Mercurio o La Tercera, es que la falta de esa muralla de separación entre la sala de noticias y la de los editores hace que nuestros poderosos diarios sean una máquina de propaganda de cabo a rabo. Desde la selección de los titulares hasta a quién se entrevista, no queda ninguna duda de a que intereses están sirviendo.
En El diablo en los detalles, una reflexión cargada de razón. Su comparación con diarios de Chile es extrapolable a muchas otras publicaciones (y televisiones, y radios) de la región y fuera de ella. Lo peor es que la ausencia de esa muralla (como Carlos la llama) trata de justificarse con la imposibilidad de la imparcialidad pues, al fin y al cabo, “los periodistas son seres humanos”. Entrecomillo esto último porque ha sido la justificación que he escuchado por parte de más de un periodista que trata de explicar porque se pone de uno u otro lado.
Hace unos días, Kids decía una frase que me encantó:
Que la calidad de lo que cuenta [en los blogs] sea mayor que todas las hojas de El Mundo, El País o La Razón juntos no es tanto un mérito suyo como un demérito de los medios tradicionales
Y es que la excesiva cantidad de noticias editorializadas hace que el público, o al menos una gran parte de él, se aleje de aquellos que enarbolan la bandera de la objetividad para quemarla a la primera de cambio en función de sus intereses. Vamos, que si la gente ya no compra el periódico, o ve la televisión, o escucha la radio como lo hacía antes es porque les venden una cosa (objetividad) y les dan otra (subjetividad).
Nadie pone en duda que un periodista tenga su propia opinión, y hasta que se le adjudique una propia a la empresa (reflejo de la de sus dueños: lo que se conoce como línea editorial). Pero cuando esas opiniones se mezclan con los datos, cuando la información se mezcla con la valoración (o esa valoración se hace sin tender a la objetividad), lo que se genera es la desconfianza.
Tal vez eso sea lo que le hace fuerte a Internet: partimos de la desconfianza, no vamos hacia ella. Empezando desde abajo es más fácil subir porque tienes menos altura desde la que caer.
Muy de acuerdo.
ResponderEliminarEl único medio fiable hoy en día son los blogs. Al menos más objetivos.
Los diarios nacionales y no tan nacionales, juegan en otra liga. Son ramificaciones del poder político...
Un saludo.